Un vehículo híbrido

dentro (del coche)
en silencio
diluyendo líneas discontinuas

el pensamiento se hace espeso
algún recuerdo que emerge pero poca cosa

solo el ruido de fricción de esta mole de hierro
resistiendo al aire y a la metafísica

cabeza vaciada y visión perdida
en millones de metros cúbicos de niebla

la vegetación desaparece
los animales se extinguen
y el sonido hueco
como un cuerpo sin ideas
como una cabeza sin corazón
me arroja a la meseta
que se hace inmensa
imposible
áspera y repulsiva

imágenes de aves reventando
el vidrio frontal de esta arca perversa
plumas que se esparcen perturbando
la bruma
me despiertan a la altura de la sierra

esquivo los cantos afilados
sin apreciar la belleza de tremendo volumen
/ ser adusto /
/ educado en el desprecio /
asciendo el hastío
para reencontrarme con el rostro aburrido
el tedio profuso del gran rebaño

muevo ligeramente mi cabeza
en sintonía con su vanidad
para saludar a la congregación de voces
tropel de infectos halagos

continúo
en el vértigo de mi ascenso
hasta coronar la estupidez
para bajarme en el puerto de mi delirio

desde ahí oteo el mar
el asedio del océano
subido al hormigón armado
al dique del progreso
vislumbro la verde antártida

tuerzo el rostro
un nervio ocular convulsiona
el párpado inferior
el polo sur de mi angustia
se tambalea
y
salto al vacío

Datriga soy yo, Iago Martínez Serantes.

Cartelista autodidacta, «collagista» empedernido, sensible a sonidos armónicos, a colores y formas preciosas, adicto a espacios abiertos, a caminos y montañas.

Compongo canciones que solo escuchan unxs pocxs, con una guitarra clásica y algún sinte japonés más viejo que yo; escribo a ratos, leo, diseño muebles que construyo sin pautas ni conocimiento.

No me busques en redes porque no tengo :)

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