Espera cada noche
como espera la tierra seca
las gotitas
derramadas de una nube remota
a que se acallen las luces de su pueblo
y que el silencio
consternado
rodee con sus brazos la angustia terrible
el dolor superficial
la ansiedad
excitada
raya grabada en la cornisa de un lavabo
Espera impaciente
sobre el lomo oscuro de una bombilla
esa luz desgastada y sórdida
a tumbar sus pensamientos
acunando la demencia perturbadora
la sed constante
el insomnio terrible
Espera deshacer el nudo de su soga
dispersa
en la niebla abrupta de una montaña calcinada
Engendra su afán kamikaze
dogma temerario que mece
agujas afiladas
colectoras de sueños
Viaja en caída libre
por carreteras soporíferas
hacía el ocaso inapelable de sus días
sin miedo
consecuente
sacude de un golpe su enfado
derramando
el helado sabor de la nostalgia
sin culpa
(se) entierra a los culpables
sepultando el caos de su histeria
Acomoda su cuerpo para la travesía
ajustando el ancho de su silueta
gana velocidad en el descenso
y suelta la goma
resorte alucinado de su infancia
respira
serena
la noche de perros que ladran
desplomando la oscuridad de sus párpados
un segundo
o dos
ingrávidos en el espacio
El vértigo se recupera
inspirando
la suciedad del colchón que sostiene
un mapa de manchas
continentes
de otras vidas
Piensa
en cómo puede alcanzar
la siguiente cima de su propósito
mitigar el impacto de su hambruna
pagar la letra de su desahucio
Espera y construye
barcos de papel que navegan
en cruceros desnortados
los contempla
en el retiro y aguarda
a que se funda
el flexo exiguo de su voraz ceguera